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domingo, 25 de septiembre de 2016

Crítica de El Hombre de las Mil Caras.

Alberto Rodriguez actualmente es mi director español favorito. Sus tres últimos trabajos en la gran pantalla me han encandilado de forma bastante grata y las temáticas que ha escogido para sus cintas. Dos policíacas en lo más sórdido de la Andalucía de los 80 y 90 (Grupo 7 y La Isla Mínima) y ahora vuelve a los años 90 pero con el género de espías y tocando uno de los escándalos más sonados de la democracia española, y por desgracia no por poco habitual ni porque no sea noticia recientemente.

Rodriguez desmenuza con sumo detalle y cuidada ambientación la trama de Luis Roldán y el hombre que se encargó de sacarlo y traicionarlo, el ex agente del CESID Paco Paesa. La trama respira y enhala todo el espíritu que se puede encontrar en una novela o película de espías. Lejos del glamour de 007 aunque con cierto toque de clase y distinción. En ese aspecto la dirección artística está sumamente bien trabajada. Casas grandes y decadentes, personajes cutres pero con ínfulas de grandeza, personajes que por desgracia son muy reales y que están muy bien retratados. Vemos por ejemplo a Roldán fingiendo ser más culto de lo que realmente es a lo largo de la cinta y como se nos muestra eso. Paesa muestra ser un perdedor absoluto y definitivo, la vida que ha escogido es miserable y le aparta del camino más seguro y de la estabilidad emocional más básica.

Insistiendo en la dirección artística, la película recalca ese explendor falso que supusieron los años 90. Interiores ligeramente iluminados, casi de forma fantasmal con enormes plantas. Acompaña esto una fotografía con tonos cálidos en la mayoría de los casos para mostrar la sensación de dinamismo y tensión de la película, los tonos oscuros en las situaciones evidencian la sordidez de todo el asunto. La música a cargo de Julio de la Rosa es magistral, imperan las guitarras eléctricas que suenan de forman rítmica y con la cadencia de un martillo neumático. Totalmente acorde para la película de espías que se trata.

Las interpretaciones del trío de protagonistas son impecables, José Coronado ejerciendo de narrador de la película en el personaje (ficticio) de Jesús Camoes, quizás el personaje más aventurero y el más parecido al arquetipo del espía como 007. Guaperas, carismático y seductor y sin embargo totalmente alejado del verdadero espía, Paco Paesa. Este ,interpretado por Eduard Fernández, su personaje es totalmente un maestro de espías. Ambiguo, dueño y señor del engaño, con su aspecto de hombre anodino, resulta ser capaz de ser todo un maestro de espías. Alba Galocha tiene un pequeño papel, pero la mar de interesante, bien resuelto y bien llevado. Esta joven actriz promete ser realmente grande. Destaca también la gran carecterización de los personajes históricos y reales, siendo una aproximación totalmente acertadas a la realidad. Van acompañados de un guión ágil y bien planificado, la introducción de cada nuevo personaje se hace interesante e introduce una nueva pieza en el puzzle, a medio camino entre El Golpe y El Topo.
 
Otra gran virtud de la cinta es retratar como sórdida y casposa la corrupción y el robo a esta escala. Si en el Lobo de Wall Street se intenta que el espectador empatice con los delicuentes millonarios y se envuelve de glamour todo el mundo alrededor de esto, aquí se muestra como algo decadente, sórdido y peligroso.

La cinta retrata una versión o una ficción histórica de lo que ocurrió con Luis Roldán y su dinero. Al principio del film se anuncia al espectador/a que todo es ficción, pero es el tipo de ficción que da escalofríos por lo cercana que es a la realidad. Se realiza de esta manera una crónica muy interesante del tiempo presente y de la Historia más cercana y un trabajo excelente de Alberto Rodriguez.

Recomiendo totalmente esta película de espías y la dejo en muy buen lugar.

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