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domingo, 12 de enero de 2014

Diario del Capitán Wedge T. McCoy: 5

La 5º Flota nos ordenó al equipo ir hasta el planeta Lera IV. Un cambio que consideré totalmente positivo ya que por una vez dejábamos de frecuentar sobacos galácticos para ir un planeta central de la RFP.
El motivo era que nos empleaban como personal de seguridad en la Feria de Armamentos que se realizaba en el planeta. Se iban a mostrar diferentes tipos de armas ligeras y de uso personal, nuevos diseños de carros de combate y también, lo más esperado, los nuevos prototipos de cazas de superioridad aérea y espacial.  La pieza más esperada de todas era el Epsilon B y si las cosas salían bien, se asignarían dos de estos flamantes cazas al Desera III, donde presumiblemente yo sería uno de los encargados de pilotar uno.

En un principio las cosas en el planeta parecían normales y corrientes, no obstante un exceso de celo en la investigación de Boggus y Zayak, les llevó a perseguir a un grupo pacifista, llamados Los Hijos de las Estrellas, que se financiaban mediante la venta de perritos calientes. El teniente Zayak y el agente Boggus, dieron una bochornosa muestra de como no se deben hacer las cosas, parando y arruinando un camión de perritos calientes y dando una pésima muestra de trabajo (por otra parte muy bien realizado en muchas otras circustancias) delante del almirantazgo de la 3º flota. Este fracaso de mis dos subordinados, posiblemente nos hubiera llevado a patrullar la frontera verriana a pie y sin escafandra, de no ser por la tragedia que sucedió a continuación.

Tras las diferentes pruebas de armas, carros de combate y cazas, llegó la hora del esperado Epsilon B. Este caza se manejaba con una conexión neural y tenía una torreta que podía moverse en ángulo de 360º de forma que el piloto no solo tenía el manejo del aparato, si no que sin necesidad de virar el caza la torreta cubría todos los ángulos. El problema fue que en un determinado momento, cuando iba a hacer la prueba de disparo, lo que era munición de prueba dejó de serlo y el resultado fue la muerte de casi todas las autoridades que estaban en el palco presidencial (logré salvar la vida del Almirante) y muchísimos muertos, casi 2000 debido no solo a las 500 balas disparadas contra personas, si no las que murieron aplastadas por el pánico general y el caos ante el evento.

A modo de limpiar nuestra mancha, que no se por que tengo que cargarla yo, cuando los culpables fueron mis subordinados, se nos encomendó investigar lo sucedido. Tras 3 días de intensa averiguación, encontramos que en el almacén donde se encontraba el Epsilon B, alguien había dado el cambiazo a una caja de munición de fogueo por una munición real. Que el cambiazo se había dado mediante un robot preprogramado con un chip de manufactura artesanal, que la caja con munición real había sido robada de un camión que se dirigía del espacio puerto hasta los almacenes de pruebas y que una mujer morena había dejado la caja de munición y colocado el microchip.

Tras varias averiguaciones, dimos con que la mujer, era una ingeniera de alto rango y que se llamaba Elisa y era de una compañía rival que también había presentado un caza de supremacía aérea. La intención del sabotaje, era dejar en ridículo el Epsilon B, para conseguir ellos la licencia de exportación, ya que el caza que presentaba, aunque inferior al Epsilon B, era muy superior al modelo actual que disponía la flota.

Ahora vamos a la caza de Elisa, no sabemos donde está, pero creedme que os digo que la encontraremos. 2000 muertos pesan sobre su conciencia y pagará por ellos.


Capitán Wedge T. McCoy. Corto y cierro.

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